jueves, 19 de diciembre de 2013

El almendro

Llega la navidad y con ella los mercadillos tan típicos de estas fechas. He de confesar -me estoy volviendo adicta a la confesiones, y por cierto, esta es otra xd- que me encanta el clima que se respira antes de navidad. Una vez llega, no suele ser como esperaba. Me hago ilusiones y pienso que mi casa va a ser como la de las películas yankis y que nevará y que toda será super bonito y  bla, bla, bla. Soy una ilusa, lo sé. 

Pero, este año me ha tocado vivir en otro país estos dias previos y al estar en el centro de Europa una se da cuenta de que lo viven de otra manera. Sigo con mis confesiones y digo que me encanta este país sobre todo la parte flamenca y, en general, me encanta la forma de ser de la gente, en concreto, su educación. Pero eso es harina de otro costal. 

Vuelvo al tema de los mercadillos navideños. Vuelvo a confesar que me gusta mucho ir a visitarlos, he descubierto aquí que este podría ser un nuevo hobby para mí. Aquí, todo es diferente. Bueno, hay una cosa que no cambia, la cantidad de gente que se acerca a visitarlos. Hay muchas paraditas. En unas venden casitas y cosas para adornar la casa, en otras, lo que se vende es calzado, ropa o bisutería y como no, la mitad de los stands son de comida o bebida -léase cerveza o glüwein/vino dulce caliente-.

De todos a los que he ido desde que estoy en Leuven el que más me ha gustado ha sido el de Bruselas. Será que es el más grande o quizás que en la grote markt hay un espectáculo de luces y música que me llega a lo más hondo y me hace sentir feliz y melancólica a la vez, que estoy teniendo el lujo de poder vivir esta experiencia en un sito maravilloso pero que en poco más de un mes será pasado. Sí, yo también lo creo, definitivamente es lo segundo.



El domingo vuelvo a casa, eso sí, con billete de vuelta a Bélgica.  
 

¡Hasta pronto y felices fiestas!



P.d.: en orden de aparición, fotos tomadas en: Luik, Aachen y Bruselas.
 

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